Sociedad

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Combate sobre el puente del Río Murrell 1982 - 2023

Por el Mayor (R) VGM Rubén Teófilo FIGUEROA (*)

6 de junio de 2023

Este combate, una típica emboscada y posterior contraemboscada, se produjo en la noche del 6 a la madrugada del 7 de junio de 1982, donde nos enfrentamos una patrulla de nuestra Ca Cdos 601, contra un Grupo de combatientes Ingleses, presumiblemente del Batallón Paracaidista 2 o 3, donde nos sorprendieron instalando una emboscada y reaccionamos con un asalto a sus posiciones, logrando conquistar la altura desde la cual nos dispararon, huyendo los ingleses y abandonando equipo, radios y otros materiales de combate, muchos de los cuales hoy son trofeos de guerra y están en nuestro poder.

La operación comienza de esta manera.

Llegó una información al Comando de la Brigada, que frente al RI 6, todos los días al amanecer, llegaba un jeep inglés y pasando el puente sobre el río Murrell, efectuaba disparos de morteros sobre las posiciones argentinas. Por otro lado, un piloto de Pucará había observado a 500 metros del puente rio abajo y en la segunda orilla del mismo río, unas carpas del enemigo, cuya misión sería la observación adelantada, para el inminente ataque sobre Puerto Argentino.

El puente sobre el río Murrell era de maderas, sin barandas, con una serie de promontorios rocosos a su alrededor.

El Mayor Castagneto, Jefe de la Compañía de Comandos 601, luego de escuchar las apreciaciones de situación de su Plana Mayor, decidió realizar un golpe de mano sobre el vivac y/o tender una emboscada luego, en el puente citado, ordenando al Capitán Figueroa (2do J Ca y Of Operaciones) que acompañara a la patrulla.

La operación consistiría en cruzar el río aguas abajo de la ubicación del vivac, atacar a este desde el norte y luego continuar para tender una emboscada en el puente o apreciar la situación sobre la conveniencia de hacerlo al día siguiente, dependiendo todo del resultado del golpe de mano. Se iniciaría el avance a la medianoche del 6 de junio.

El Jefe de la Patrulla, Teniente Primero García Pinasco, (era el más antiguo de la Sección porque el Teniente Primero Sergio Fernández había quedado en Howard), impartió su Orden de Operaciones a las 22.00 hs.

Una vez que realizamos la revisión general de cada uno a cargo del Jefe de Sección, salimos hacia las primeras líneas defensivas de nuestras tropas, en tres jeeps Land Rover, y 2 motos Kawasaki, lugar donde debíamos abandonar los vehículos y continuar a pie en territorio con enemigos.

Durante el trayecto y mientras marchábamos entre el Regimiento de Infantería 7 y una Compañía del Regimiento 3 de Infantería, soportamos el acostumbrado bombardeo de las fragatas inglesas que iniciaban su acción mortífera. A las 23:00 hs, cruzamos sin bajas la zona batida, observando los fogonazos de las explosiones que batían Tumbledon, Monte Londong y otras alturas defensivas argentinas que quedaron detrás nuestro, mientras avanzábamos hacia el oeste en busca del enemigo.

"Durante la noche del 6 de junio, el enemigo incrementa su cañoneo naval empleando naves desde el Norte de la Península de Fressinet (Bahía de la Anunciación). Este fuego se concentra particularmente sobre las posiciones del Regimiento de Infantería 4 y 7, adquiriendo por momentos, características de fuego de preparación. Se producen bajas y daños" INFORME OFICIAL DEL EJERCITO ARGENTINO. Tomo 2, Pag 99, 5).

Los Comandos de punta iban con anteojos de luz residual, que permitía ver con alguna claridad en la noche.

Marchamos tres kilómetros al noroeste hacia un recodo del río, no visualizando ninguna carpa donde presumiblemente debería estar el enemigo. Ante esta situación el Jefe de la Patrulla ordenó continuar por la primera orilla, buscando y observando, no encontrándose carpas en todo el trayecto.

Poco después informa el Teniente Anadón que llegaron al puente, la punta de infantería se dedicó a asegurar el mismo, cruzándolo para proteger la adopción del dispositivo de emboscada ya coordinado. Al llegar el resto de la patrulla intercambiamos opiniones el Teniente García Pinasco, el Teniente Anadón y yo sobre la ubicación de los escalones, observando el terreno. Luego crucé el puente con 4 integrantes de la punta y los Sargentos Poggi y Tumini, para instalar el bloqueo posterior .de la emboscada. El Teniente Primero García Pinasco se dedicó a organizar el asalto y bloque anterior.

Sentí en ese momento una alegría y un auténtico orgullo, al encontrarme en territorio enemigo y en situación inminente de combate, viendo a nuestros hombres dispuestos a combatir por la patria y seguro de que no les importaría morir por ella, si fuera necesario. Nadie puede entender la alegría del soldado cuando tiene la posibilidad de combatir. Se mezclan sentimientos de paz y tranquilidad, junto al nerviosismos propios de la proximidad con la muerte, que acecha en el silencio del campo de combate.

Instalados de acuerdo a lo planeado, y mientras con el Sargento Poggi cruzábamos el puente hacia la posición del Jefe de la Sección, sentí una tremenda explosión. Eran aproximadamente las seis y veinticinco de la madrugada y todavía era de noche.

Al escuchar la explosión, instintivamente y por reacción aprendida a lo largo de mi entrenamiento como infante y luego como Comando, nos aplastamos al suelo enfrentando al lugar desde donde venían los disparos. En ese momento mi pensamiento fue "estamos al descubierto, nos matan a los tres", refiriéndome a los que cruzaban conmigo el puente. El miedo produce cambios fisiológicos inmediatos: se incrementa el metabolismo celular, aumenta la presión arterial, la glucosa en sangre y la actividad cerebral, así como la coagulación sanguínea, la sangre fluye a los músculos mayores (especialmente a las extremidades inferiores, en preparación para la huida) y el corazón bombea sangre a gran velocidad para llevar hormonas a las células (especialmente adrenalina). También se producen importantes modificaciones faciales: agrandamiento de los ojos para mejorar la visión, dilatación de las pupilas para facilitar la admisión de luz, la frente se arruga y los labios se estiran horizontalmente.

La visión de unas cintas rojizas anaranjadas que bailaban endiabladas hacia mí, buscando mi muerte (ya que eran proyectiles luminosos trazantes, que los ingleses colocaban cada 5 proyectiles normales, para marcar la dirección del fuego en la noche), fue el espectáculo más maravilloso que vi en mi vida. Al chocar con las piedras a mi alrededor hacían estallar en mil pedazos la roca, despidiendo polvo y esquirlas, y que sumado al olor a pólvora me producían una cierta embriaguez que nos inhibían del miedo a la muerte, allí comprendí esa expresión de "le gusta el olor a pólvora" que me producía una euforia especial, que no la había sentido nunca y me produjo una ira o bronca casi incontrolable, realmente quería destrozarlos por cualquier medio y en este estado es que continué el combate.

Al segundo se produjo la casi instantánea respuesta, por parte del Sargento Guillen, quien antes del ataque inglés estaba con su fusil apuntando la zona de piedras próxima al puente, lo que obligó a los ingleses desviar la dirección del fuego hacia las piedras altas, lo que posibilitó que aquellos que habían quedado en la zona de muerte pudieran alcanzar rápidamente una posición más a cubierto del fuego directo Inglés.

En ese momento el Sargento Poggi que estaba al lado mío me grita:

-¡Mi Capitán me hirieron!

-¿En qué parte del cuerpo te pegaron?

- ¡En una pierna, pero puedo arrastrarme hacia atrás!

-Entonces continua para atrás que no debe ser grave, que ya te vamos a auxiliar. Tumini que estaba cerca también, me gritó:

- Yo lo ayudo y me repliego con él.

Los británicos hacían fuego con dos ametralladoras y seis fusileros desde un promontorio de rocas a unos setenta metros del puente, con un número similar a nuestra patrulla. Afortunadamente por instrucción estábamos dispersos en bloqueo anterior y posterior, solo nosotros tres estábamos cruzando el puente y sin cubiertas adecuadas, el resto todos estaban cubiertos en las rocas o promontorios del terreno.

Me fui replegando a retaguardia buscando cubiertas, mientras escuchaba el nutrido intercambio de disparos y logré percibir explosiones en las posiciones inglesas que las efectuaba Anadón con las granadas PDEF-40 disparadas con su FAL.

Cuando uno percibe la posibilidad de la victoria y observa el apoyo eficaz de sus camaradas, experimenta una euforia espectacular que lo empuja a seguir combatiendo y con mayor decisión.

Ceso el fuego de las ametralladoras y seguían disparando los fusileros en una muestra clara de aferrarnos para intentar el repliegue evitando el combate, seguramente tendrían heridos, como después lo comprobamos.

Al llegar a la posición que tenía el Jefe de Patrulla García Pinasco le grite:

¡García, vamos a asaltarlos a estos hijos de p......!

Sentía una gran excitación y bronca a la vez y luego de ponernos de acuerdo avanzamos y cruzamos el puente para organizar el escalón que quedo del otro lado para iniciar el asalto, yo había tomado el mando al ser el más antiguo, se notaba una tenue claridad en el cielo.

Nos reunimos con Anadón, quien informó que había colocado 2/3 impactos de granada con el FAL en la posición enemiga, le comunique que pasaríamos a asalto inmediatamente, para evitar que se escaparan ya que habían disminuido la cadencia de los disparos enemigos, en una actitud propia de un repliegue.

Anadón preparo su gente en cadena con el Sargento Vergara, Suárez, Quinteros y dos hombres de Gendarmería, Natalio Figueredo y Miguel Pepe. Impartí la orden que asaltaríamos en formación de cadena y rodeando por ambos lados el promontorio rocoso, para lograr aniquilarlos a todos. Previamente por radio les ordenamos al resto de la patrulla que quedaba al otro lado del río que nos apoyara con sus fuegos a mi orden de asalto.

Levante el brazo derecho e impartí la orden ¡Al asalto carajo, vamos a hacerlos mier... a estos hijos de p.....!.

Todos asaltamos profiriendo gritos para darnos ánimo y amedrentar a los británicos y disparando desde la cadera en ametralladora, sentimos el fuego de apoyo de los otros escalones, al llegar a la posición pudimos ver movimientos de repliegue de los británicos que escaparon y excepto el armamento, habían abandonado todo su equipo, radios, mochilas, carpas, etc, lo que habla a las claras de una huida ante nuestro asalto. Una muestra clara del escape precipitado, era una radio encendida que utilizaban para comunicarse con el comando superior.

Luego de un cauteloso y minucioso reconocimientos de la posición y zonas aledañas, hallamos ocho mochilas, bolsas camas, paños de carpa y sangre en la posición. Notamos la construcción de trabajos de tierra como protección, lo que supone que llevaban varios días en el lugar.

Es evidente que nuestra aproximación fue eficiente porque no nos detectaron hasta que estuvimos instalando los bloqueos y al cruzar el puente, viéndose obligados a combatir abriendo el fuego para evitar ser detectados y destruidos; prefirieron tomar la iniciativa pensando que nos replegaríamos ante su accionar o que nos pondrían fuera de combate con sus fuegos, evidentemente se equivocaron y menospreciaron nuestras capacidades.

Inmediatamente se solicitó a Puerto Argentino la asistencia del médico de la Ca Cdos para evacuar al herido y la radio capturada.

Una vez controlada el área, se efectuó una revisión detallada del lugar y equipo, encontrándose claves de comunicaciones, vestuario, una boina colorada del Para 3, guantes de paracaidista, máquina de fotos con rollo en su interior y además una pequeño banderín inglés; por las obras de tierra observadas se notaba que hace varios días que estaban en el lugar, posiblemente realizaban reconocimientos del terreno para detectar las posiciones y también dirigían el tiro de la artillería como Observadores Adelantados, preparando el inminente ataque a nuestras primeras líneas.

Como comenzaba a aclarar y podía ser peligroso permanecer allí infiltrados en territorio enemigo y más habiendo combatido y detectados por las tropas británicas, que se aprestaban para el ataque final, cargamos todo el material capturado y nos replegamos uno setecientos metros hacia nuestras propias filas, instalándonos en un promontorio de piedras Allí nos dispusimos a instalar puestos de observación para detectar y enviar información a Puerto Argentino de cualquier movimiento observado.

Junto con el Sargento Primero Suárez nos constituimos en Observadores Adelantados de Tiro del fuego de la artillería desde Puerto Argentino, sobre blancos que divisábamos y pasábamos las coordenadas preestablecidas en nuestra carta topográfica, inmediatamente comenzó el hostigamiento escuchando el silbido de los proyectiles que pasaban por arriba nuestro con destino las tropas británicas, escuchando segundos después la explosión característica de las granadas de artillería.

Los equipos de comunicaciones capturados a los ingleses- claves, códigos, frecuencias, indicativos de llamada, cartografía- fueron elementos valiosísimos que luego fueron aprovechados por nuestras fuerzas, en especial desde el continente.

Reflexionábamos después que "para abandonar estos elementos y equipos tan importantes, la sorpresa y el miedo debieron haber sido muy grande". En cuanto a los tres que salimos con un solo herido de la zona de muerte coincidían todos que "estuvieron protegidos por el manto de la Virgen, de otra manera no se explica lo sucedido".

La experiencia más fuerte durante la guerra fue la posibilidad de enfrentarnos con la muerte, particularmente yo sentía la muerte como una sombra difusa, que estaba siempre conmigo y no me abandonaba nunca, más nosotros los Comandos que vivíamos en operaciones desde mucho tiempo antes de que se produjeran los ataques.

Comprobé en carne propia el principio de que "NO HAY MEJOR DEFENSA QUE EL PROPIO ATAQUE".

(*) Durante la Guerra de Malvinas se desempeñó como 2do Jefe y Oficial de Operaciones de la Compañía de Comandos 601.

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